Autora venezolana, apasionada de los libros, publicó sus primeros textos en Wattpad cuyo éxito llevó
a publicaciones con editoriales y cuenta con obras autopublicadas, aquí encontraras algunos de sus
títulos publicados.
Lady Madeleine siente que su vida se vino abajo. Su padre murió, ha tenido que vivir acogida en casa de cada una de sus hermanas, el hombre con el que deseaba casarse se ha comprometido con otra y, como si fuera poco, su tutela ha quedado en manos de un completo desconocido. Lo único que sueña es que todo vuelva a ser como antes, por lo que se aferra a la idea de regresar a la casa en la que creció, aunque el desconocido que se ha convertido en su tutor no le agrada en lo absoluto la idea. A ella no le importa importunarlo, solo desea volver a ser feliz, sin imaginar que eso solo lo conseguiría a su lado.
Nicholas Rednoy no puede creer el cambio brusco que dio su vida. Un día, era un simple caballero que disfrutaba de viajar por el mundo, y en otro se convierte en el dueño de un ducado que no quiere y tiene a su cargo a una joven caprichosa que insiste en vivir con él. Lo único que desea es que se case para poder ser libre nuevamente, sin saber que la vida sin ella no volvería a ser jamás como era antes.
Ambos anhelaban la vida que tenían, pero descubrirán que les espera una mucho mejor si se dan la oportunidad.
La señorita Henrietta Callen necesita un esposo.
Raymond, marqués de Rhodesay, necesita una esposa.
Y ambos son la última opción del otro.
Henrietta no tiene una vida sencilla. Vive de la caridad de su tío y todos los caballeros la rehúyen por ser extraña. Además, su madre insisite en que puede conseguir un marido, a pesar de que no la voltean a ver ni las moscas. Sabe que el marqués de Rhodesay no es el mejor partido para ella. Más allá de la diferencia de clases, es odioso, antipático y un verdadero canalla, pero a ambos los une algo muy importante: la desesperación. Así que, cuando se queda sin opciones, toma una decisión arriesgada: proponerle matrimonio.
Raymond tiene que cumplir la última voluntad de su padre para no quedarse sin herencia: tener un heredero antes de que pasen dos años de la muerte de este. En circunstancias normales, no le importaría, pero con tres hermanas a su cargo no tiene otra opción que buscar una esposa. Lamentablemente, la amenaza de ruina que cierne sobre su cabeza le ha quitado su atractivo como candidato, por lo que necesita una mujer que esté igual de desesperada que él. Al principio, ni siquiera considera a Henrietta Callen, pero cuando todo se complica, su carácter imprudente, su manía de mentir y sus comentarios extraños dejan de resultar un inconveniente y medita con seriedad su repentina propuesta.
Atrevida, audaz e independiente, Katherine Blane no dejaría que un simple «arrebato» con el marques de Lansdow, un hombre tan frío como el hielo, le arruinara sus sueños de casarse por amor. Haría lo que fuera para impedir ese matrimonio, aunque eso significase tomar decisiones arriesgadas y un poco imprudentes.
Robert Colling, lord Lansdow, era uno de los mejores partidos de la alta sociedad. Serio, misterioso, pero,sobre todo, un caballero. Nunca pensó que su ordenada vida cambiaría por un simple besó y que terminaría comprometido no solocon la única mujer que no deseaba casarse con él, sino con la que no podía tener una conversación sin discutir en el proceso. Sin embargo, a pesar de la delicada situación, jamás imaginó lo que tendría que hacer para evitar que su reacia prometida comentiera una estupidez que los sumergiría en el escándalo por años.
¿Podría el destino hacer que dos personas tan distintas se enamoraran, o, al menos, dejaran de discutir durante un día?
Claire Lethood solo desea casarse con un hombre que la quiera y la comprenda, por lo que cuando su padre la compromete con un caballero con fama de calavera, no puede hacer otra cosa que despedirse de sus mayores sueños. No espera demasiado de ese matrimonio; sin embargo, el conde de Blaiford resulta ser más de lo que imaginó y termina robándole el corazón, por lo que Claire tiene intenciones que conseguir que la ame con el mismo fervor que ella lo ama. Al menos, hasta que enemigos del pasado llegan para perturbar su paz.
Brandon Saalfeth, conde de Blaiford, solo quiere casarse para que su madre deje de atormentarlo con un heredero, pero ni en sueños piensa abandonar su vida disoluta, por lo que decide elegir una esposa que no interfiera de ninguna manera en esta. La señorita Lethood parece ser la persona ideal, pero muy pronto el conde aprende que no se debe juzgar a alguien por primeras impresiones, pues Claire despierta en él una inminente atracción que termina volviéndose el pilar de su vida. Cuando el pasado amenaza con regresar, tendrá que tomar decisiones importantes para salvar su matrimonio.
¿Podrán dos personas tan diferentes encontrar el apoyo necesario en el otro? ¿Lograrán sobrevivir a las intrigas que hay a su alrededor?
Amanda Rednoy sabe que es demasiado valiosa para casarse con cualquiera, y no le importa quedarse soltera si ese es el costo de mantener su dignidad; por eso, cuando su hermana menor le ruega que evite el compromiso que su padre le ha impuesto, no se le pasa por la cabeza ofrecerse como reemplazo, al menos, hasta que ese insoportable hombre se lo propone. Divida entre ayudar a su hermana o tolerar su llanto durante todos los días que durara el compromiso, Amanda le hace una promesa al caballero: si las circunstancias que lo obligan a casarse no cambian, ella le buscará esposa, y, de no conseguirla, ella podría tomar acceder a su propuesta. No se imagina hasta qué punto tendrá que cumplir su palabra.
Leonel Rhodes, conde de Scarborough, es consciente de que ha llegado el momento de casarse. Cerca de los cuarenta, y con una madre que pierde poco a poco la memoria, Leonel quiere la estabilidad de un matrimonio a la vez que hace feliz a su progenitora. Con una reputación arruinada por un rumor malintencionado, no se le ocurre mejor manera de conseguir una esposa que un compromiso arreglado.
No se imaginaba que la elegida resultaría ser una niña caprichosa y que la hermana mayor de esta era testaruda y persistente, hasta el punto de generarle una clase de atracción que no había sentido en muchos años.
La señorita Caroline Knowles quería salvar a su hermana, y no solo no lo consiguió, sino que casi terminó muerta y fue obligada a casarse con un hombre cuyo único error fue ayudarla. Llena de deseos de venganza y envuelta en un matrimonio que no sabe cómo manejar, Caroline debe hacer lo que siempre ha hecho con su vida: tomar las riendas. Ella hará que los asesinos de su hermana paguen por lo que hicieron, pero también está dispuesta a quedarse con el corazón del hombre que estaba consiguiendo robarse el suyo.
Benjamin, vizconde Suttore, nunca ha tenido demasiadas emociones en su vida, por lo que un matrimonio apresurado con una mujer a la que solo quiso ayudar, y la gran pasión con la que esta expresa sus emociones, es un poco abrumador para él. No obstante, su nueva esposa le despierta sentimientos novedosos que harán que esté dispuesto a todo por ella, incluso a meterse con gente peligrosa en busca de justicia.
¿Podrán ser felices, o su vida quedará envuelta en la tragedia?
Y es que antes de escuchar esa propuesta, Amber Bramson ya se veía como toda una solterona consagrada: bordando y cuidando a los hijos de su hermana. No deseaba ni pedía nada más, pues a su edad tampoco se lo podía permitir. Cuatro temporadas bastaban para robar la ilusión de una dama.
Sin embargo, no esperaba que la caminata por Hyde Park y el encuentro con un extranjero la pondría en serios aprietos. Su problema no era que él fuera Americano. No, claro que no. Su problema radicaba en que ese americano grosero y pícaro estaba empeñado en casarse con ella y llevársela a América. No escuchaba, no entendía y, al parecer, tampoco podría librarse de él... porque Randall Morrison no pensaba abandonar Inglaterra si no era con ella como su esposa.
Una pasión inapropiada
Lady Scarlett Davies es un enigma para la sociedad londinense, siempre viste de rojo, y poco le interesa
que se rumoree que mató a su esposo o que tiene un pacto con el diablo.
Dereck Birch sabe lo que la buena sociedad espera de él y,sin duda, no es andar tras las faldas de una
dama escandalosa. Sin embargo, lady Scarlett lo obsesiona, y está convencido de que no podrá quitársela
de la cabeza hasta que no apague el fuego que ella le provoca.
Una lucha de voluntades…
Lady Celestine Davies no puede creer que sus planes estén a punto de arruinarse de esa manera. Ha estado
esperando mucho tiempo para poder casarse con el amor de su vida, y ahora todo se iba a arruinar solo
porque su padre no podía soportar más su presencia. No debería sorprenderle que la hubiera involucrado en
un compromiso matrimonial sin su autorización, pero no podía creer que fuera tan poco compasivo para
elegir al hombre con peor carácter de Inglaterra. Sin embargo, ella no está dispuesta a permitir tal
unión, y hará lo que sea necesario para poder estar con su verdadero amor.
De todas las cosas que pudo esperar Marcus Relish, conde de Rogarth, cuando fue a negociar con el duque,
un compromiso impuesto no fue una de ellas. Era un precio demasiado alto para salvarle el pellejo a un
hombre que lo despreciaba y, sin embargo, estaban en juego más cosas que el bienestar de su padre para
permitirse rechazar la imposición, a pesar de que lo que menos necesitaba era un cielo andante como esposa
que, además, le iba a dar más problemas de los imaginados. Luego de una agotadora persecución, y un más
agotador regreso que pareció interminable, Rogarth se verá con sentimientos nuevos y poco manejables.
¿Sería posible poder olvidar el pasado y los rencores, o su matrimonio sería una tormenta constante?
Exceptuando el día en que murió su madre, lady Violet Davies no recordaba una noche tan terrible como
la acontecida durante aquella mascarada. No solo había visto al hombre de su vida besándose con otra
persona, sino que había tenido que convencer a un suicida de que no se matara. Lo único que Violet
hubiera querido hacer después de ese día era esconderse para siempre, pero como no era una opción que
su padre aceptase, tendría que volver a las veladas e intentar evitar a esos dos hombres que de vez en
cuando interrumpían su sueño. El segundo no debería de haber sido un problema si este no hubiese
desarrollado una tendencia por molestarla, todo esto a pesar de que no la reconocía. O al menos, eso
decía él.
Lucien Daugherty, vizconde de Sheritong, no había sido muy afortunado en el amor. Cuando la mujer
de su vida se comprometió con su hermano quedó convencido que jamás podría volver a amar, hasta que
esa misteriosa dama que se coló en su cuarto aquella noche lo dejó suficientemente intrigado para
darse otra oportunidad. Encontrarla no fue un problema. Conquistarla, en cambio, sí era todo un reto.
Una suerte que él fuera un hombre perseverante.
Ivory Lagdon sabe que hacer un trato con el duque de Gristmore es lo mismo que hacer un pacto con el
diablo: nada puede salir bien. Sin embargo, esta certeza no es suficiente para detener a una madre
desesperada y con ansias de venganza. No solo llegará a un acuerdo con él para salvar a su hijo de la
ruina, sino que se ganará su confianza para hacerle pagar por todos sus pecados, pues ni siquiera el
diablo puede vivir siempre sin castigo.
.La única dificultad será lograr todos sus objetivos antes de que el trato le pase factura.
El duque de Gristmore sabe lo que se dice de él, y no puede importarle menos. Tener sentimientos equivale
a tener debilidades, y él sigue sangrando por la herida que su última debilidad le causó. La vida era más
fácil cuando lo manejaba todo sin involucrarse demasiado y buscaba solo el beneficio propio. Sabe que la
mujer que le ha propuesto un trato no está siendo completamente sincera, pero aun así acepta porque él
siempre gana, y en esa ocasión no sería la excepción.
Lo que no tiene tan claro es qué va a ganar...
Él no hacía nada por nadie, pero lo haría todo por ella.
Lilibeth Wilson solo tiene un objetivo en la vida: casarse para no quedar solterona y amargada como su
tía. Enamorarse de su posible esposo no está en su lista de prioridades, pero una cosa sí tiene clara:
deben llevarse bien, porque no está dispuesta a tolerar una vida entera llena de discusiones.
Después de varios intentos para que algunos de los integrantes del pueblo cedieran a sus escasos encantos,
está a punto de darse por vencida cuando el hombre ideal llega de visita a Brighton. Para Lilibeth, sería
el esposo perfecto. Su único defecto, a su parecer, es su preferencia de amistades, pues el caballero que
lo acompaña a todos lados no puede ser más arrogante, antipático, exasperante y, para colmo, perezoso.
Steven Hannigan conoce lo suficiente a las mujeres para saber cuándo una está enamorada de él, así que
puede afirmar, sin ninguna duda, que la señorita Wilson suspira cada vez que lo ve pasar, aunque lo
disimule con resoplidos e intente coquetear con su buen amigo solo para darle celos. En otras
circunstancias, no le habría prestado atención, pero esa actitud tan novedosa lo atrae, y no puede
resistirse al reto de hacer que ella admita sus sentimientos, aunque para llamar su atención tenga que
hacer lo que nunca ha hecho en su vida: esforzarse.
Del odio al amor solo hay un beso... o un golpe en la cabeza.
La señorita Else Reynolds se ganó la enemistad del marqués de Farlam el día en que se conocieron. A
pesar de que su posición como dama de compañía de la hermana del marqués es lo único que la separa de
la ruina absoluta, se ve incapaz de medir su lengua y ponerse a favor de los deseos de ese dandy
exagerado que solo parece desear la infelicidad de su propia hermana. No está dispuesta a permitir
que le arruine la vida con su conducta retrograda, y hará lo posible para que su amiga consiga el
amor al que ella nunca podrá aspirar, o, al menos, eso creía, hasta que el marqués empezó a hacerla
sentir cosas extrañas, nuevas y peligrosas.
Del odio al amor solo hay una mirada... o un baño de té caliente.
Kristen Beckett vive por y para su sobrina. No teme enfrentarse a quien resulte una amenaza para
su felicidad, y poco le importa que dicha amenaza sea un conde con complejo de superioridad que se
cree con derecho de reclamar una paternidad que nunca asumió. Ella conoce a los hombres como él y no
piensa ponerle las cosas fáciles. Sin embargo, él, con su innegable atractivo y algunas virtudes
novedosas, tampoco se las pone fáciles a ella.
Ian Gallagher sabe que ha cometido muchos errores, y cuando la vida lo obliga a rectificarlos, se
encuentra con que hay una mujer que está dispuesta a cobrarle con intereses sus malos actos. Por si
fuera poco, dicha dama guarda secretos importantes y despierta en él una atracción muy problemática,
que lo obligará a tomar, de nuevo, decisiones importantes que involucran sentimientos.
Nathalie Gallagher se ha pasado toda la vida pagando por los pecados ajenos: aunque la sociedad la incluye en su círculo, desprecia su dudosa procedencia. Lo único que desea es un poco de aceptación, pero su amiga Cassandra es la única con el valor suficiente para dirigirle la palabra. Por eso no duda en hacer cualquier cosa por ella, aunque la misión que le ha propuesto tenga grabada la palabra «problemas».
No esperaba que actuar de buena fe le trajera consecuencias imprevistas, como el matrimonio con un hombre que es tan insoportable como atractivo.
Ethan Lawson, duque de Berwick, está desesperado, y la desesperación nunca es una buena aliada a la hora de tomar una decisión. Cuando la mujer que se presenta a la cita no es la que esperaba, pero sirve igualmente para sus objetivos, ni siquiera duda en tenderle una trampa. Sin embargo, nunca imaginó que la dama que había elegido como esposa tendría un carácter tan complicado, por no decir que despertaría en él una atracción peculiar que le haría replantearse su forma de pensar y sus intereses.
Ella creía merecerlo todo, excepto a él.
Harriet Broome es muy consciente de que su extraordinaria belleza y su gran personalidad la hacen mejor
que otras mujeres, y, por lo tanto, está convencida de que merece por esposo a un duque, o, en su defecto,
a un marqués. Por esa razón no comprende por qué ese reverendo está empeñado en hacerle ver otra
perspectiva del mundo, y tampoco entiendo los sentimientos que él está despertando en ella, hasta el punto
de hacerla cuestionarse sus objetivos más claros.
Gideon Corbyn sabe que Harriet es más de lo que aparente, y es su deber como vicario regresar a almas
perdidas como ella por el buen camino. Sin embargo, no esperó que ella provocase en él sentimientos nuevos
e inquietantes que lo llevarían a una batalla que difícilmente podría ganar, pero que valía la pena
luchar.
¿Podrá ella vencer sus prejuicios? ¿Podrá él ganar su corazón?
Deléitate con esta segunda entrega de "Los siete pecados capitales"
Cuando dos personas están destinadas a estar juntas, no importa el tiempo que pase;
siempre se reencontrarán. A sus veintiocho años, Iris no aspira a mucho más que mantener
un trabajo estable como dama de compañía y casar a su hermana con alguien respetable.
Las esperanzas de casarse se fueron con el hombre que le robó el corazón, pero el destino
es cruel y lo vuelve a poner en su camino... Solo que ya no parece ser el mismo. Con un pasado
trágico del que prefiere no acordarse, Calvin Blake es esa pieza que no encaja en ningún lado.
Cree ser feliz con un pie en cada estrato de Londres hasta que tropieza con el alma pura y dulce
que una vez le brindó apoyo. Durante la aventura para ayudarla, tendrá que usar sus contactos,
enfrentarse a sus orígenes y correr el riesgo de arriesgar de nuevo su alma. ¿Podrán vivir su
amor en paz, o el destino los separará de nuevo?
Rubí Loughy nunca se imaginó que las copas de más que se tomó para olvidar la rabia causada por un
pretendiente al que pensaba aceptar como marido, terminarían llevándola a la cama del marqués de Aberdeen,
el segundo hombre que más despreciaba en su vida; después de su pretendiente, claro está.
Damián, marqués de Aberdeen, regresó de la guerra siendo un hombre muy distinto al que era antes. En un
intento por recuperar su antigua vida, decide ir a la mascarada organizada por un infame club de juego, y
es ahí donde queda prendado de una bella y atrevida mujer. La seduce hasta llevarla a la cama, pero su
sorpresa no puede ser mayor cuando descubre que dicha mujer es virgen.
La lengua de Topacio es tan afilada como bella es su cara. No cree que el amor esté hecho para ella y,
sinceramente, lo considera una estupidez. Eso de volverse esclava legal de un hombre no entra en sus
planes, y no piensa casarse nunca.
Sin embargo, lo que no espera es que ese hombre fastidioso decida pegarse a ella como una sanguijuela y
que, para colmo, haya conseguido que el mismo príncipe ordene su matrimonio. Pero si cree que va a salirse
con la suya está muy equivocado, ella le demostrará que es la peor persona con la podría querer casarse...
Zafiro Loughy siempre se ha considerado una mujer juiciosa, incapaz de cometer un acto que pudiera
significar un escándalo. Sin embargo, una insensatez llevó a otra y una situación desesperada la hizo
tomar una decisión precipitada: perdirle al hombre que la secuestró por error que se casara con ella.
Julian, conde de Granard, estaba consternado, su padre le había dejado muchas deudas en herencia y estaba
a punto de ahogarse en ellas. Cuando sus imprudentes hermanos decidieron secuestrar a una condesa para
obligar a esta a devolver unas joyas que les robó, no pudo ser mayor la sorpresa al darse cuenta de que a
quien habían secuestrado no era la condesa, sinouna joven soltera, que, aunque la sociedad dijera lo
contrario, debía estar loca, pues le pidió matrimonio.
Esmeralda Loughy tiene un solo objetivo: encontrar al hombre de su vida y casarse con él. El hombre
perfecto tiene que ser un caballero simpático, alegre, romántico, fiel y, sobre todo, que la quiera tanto
como lo querrá ella. Sabe que lo reconocerá en cuanto lo vea. Y así sucede, aunque hay un pequeño
problema: no tiene ninguna de las cualidades anteriores, y ni siquiera cree en el amor.
Esmeralda no se dará por vencida, es una Loughy, y las Loughy son tercas. Ella está dispuesta a enamorarlo
y a tener su final feliz de novela.
Anthony Price, barón de Cliffton, es un paria en la sociedad londinense. Su horrible reputación hace que
los caballeros tiemblen cuando lo ven, las madres alejen a sushijas de él y las mujeres casadas suspiren
ante su aura de peligro. Después del abandono de su madre, la rabia de su padre y la muerte de su
prometida hace años está convencido de que no nació para ser amado, por ello, se dedica a destruir
literalmente su vida. Alcohol, juegos, mujeres, y aventuras forman parte de su cotidianidad, y no está
dispuesto a cambiar...
Jade Kinsgley sabe que no es ni será jamás la esposa que alguien pueda desear. No es ninguna belleza.
Prefiere los libros a socializar y, ¡ah, sí! tiene un zorro de mascota. Por ello, cuando una situación la
exhorta a buscar dinero, en vez de empezar la búsqueda de un marido, como debería ser considerando entre
los de su clase, comienza a buscar un amante. ¿Y qué mejor amante que aquel hombre que ya se lo había
propuesto en una ocasión?
James no se podía creer que tuviera que abandonar Londres para evitar pasar por la vicaría, y solo porque
su cuñada no podía ver a alguien soltero sin querer casarlo. Tampoco se podía creer que le hubiera hecho
una propuesta indecente a la hija de un barón sin darse cuenta de que lo era. Pero nada de lo anterior era
tan tremendo como lo fue la incredulidad de recibir la aceptación a esa propuesta por parte de la misma
mujer que lo había rechazado en su momento.
La señorita Catriona Jones ha cometido varios errores en su vida, desde enamorarse del esposo de su
hermana hasta creer en temas poco convencionales. Sin embargo, ninguno como aferrarse a la palabra
de una gitana para justificar su persecución a un hombre comprometido. Lo que no se imagina es que
su mayor preocupación será sentirse atraída hacia ese vizconde odioso que ha mostrado un extraño
interés en ella. Adrian Rosenblat solo quiere a una persona en su vida: a su hermana, y no permitirá
que una mujer desquiciada le arruine la vida. No importa lo que tenga que hacer para evitarlo. Después de
todo,
la vida le ha enseñado a no tener remordimientos...