Ha habido una lamentable confusión y la conclusión es muy clara. Bueno, más de una complicación, aunque, la conclusión es la misma... Lord Haven no debió inmiscuirse en un juego tan peligroso, pero ¿qué opciones tenía cuando la tentación se le presentaba tan bien dispuesta sobre sábanas de seda?
El marqués, conocido como Beau por su círculo más íntimo, sabe que su nombre no es más que un engaño porque ilustra todo lo contrario a la belleza. Cada vez que se ve reflejado en un espejo observa la evidencia de una enfermedad a la que sobrevivió y que lo dejó sentenciado para toda la vida. Las marcas de viruela que adornan su cuerpo resultan muy evidentes en su rostro, de tal modo que se le ocurrió la brillante idea de comenzar a utilizar llamativas prendas de ropa que desviasen la atención hacia otra parte. El resultado tal vez no fuese el esperado, aunque la idea parece haber funcionado. Mejor que la sociedad hable de su estridente sentido de la moda que de su maltrecho físico.
No obstante, cuando la luz de las velas se extingue, en la más deliciosa oscuridad, un caballero es solo un hombre y una dama se convierte únicamente en una mujer. Y pese a nublar el sentido de la vista, su amante podría deslizar sus dedos por su piel y percibiría sus imperfecciones. Sin embargo, está decidido a darle tanto placer que ella se concentrará en sí misma y se olvidará del resto del mundo, incluyendo a su compañero de cama.